No tengo al reloj
como custodio
pero apura tu
marcha e inicia mi espera.
La prisa no me
apura,
es una ligera
sensación que predice,
quizá, tu ausencia,
me hace exhortarte pronto mi recibimiento.
Espérame como
cuando aguardas la puesta de sol,
hazlo con ansias,
como si estuvieras
sentado a la mesa
esperando tu potaje
preferido.
Espérame desde
ahora,
aunque sea
temprano, limpia el camino,
ahuyenta a las aves
rapaces.
Espérame desde
ahora,
sé de tus demoras y
extravíos existenciales,
aguarda mi llegada
que estoy a pocas paradas
y poner fin a mi travesía.
Sí, es mi
desconocimiento de aventuras que me empuja;
Es mi escalofrío al
cemento paisajístico de la ciudad,
con sus cuatreros y
canes al asecho,
que me sobresaltan,
por eso prevengo
y apuro una vez más
tu recibimiento.
Mis nervios tiritan
imaginando que al bajar del bus
no estés y me coman
los demonios urbanos, me corrompan,
me asimilen.
Es el temor al
silencio y la sola compañía de mi sombra,
las razones de mi
prisa, tú ya las conoces.
Tienes que
confirmar que ya aguardas mi llegada,
o no bajaré del
vehículo,
rodaré sin norte y
bajaré cuando el transporte me bote,
por aburrimiento,
sólo tú culparás y
mis maldiciones recibirás.
Al día siguiente,
cuando consiga despertar
Prometeré ¡No más! Viajes para verte.
Si ya me estás
esperando,
al bajar pregunta
por mi vida durante nuestra lejanía.
Al bajar, deja de
estar ausente, siguiendo mis pasos;
No te pierdas en el
horizonte, conversemos,
ya tengo una sombra
y no deseo otra,
No deseo soledad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario