lunes, 5 de septiembre de 2016

Espérame al lado del camino (poema).

No tengo al reloj como custodio
pero apura tu marcha e inicia mi espera.
La prisa no me apura,
es una ligera sensación que predice,
quizá, tu ausencia,
me hace exhortarte pronto mi recibimiento.

Espérame como cuando aguardas la puesta de sol,
hazlo con ansias,
como si estuvieras sentado a la mesa
esperando tu potaje preferido.
Espérame desde ahora,
aunque sea temprano, limpia el camino,
ahuyenta a las aves rapaces.

Espérame desde ahora,
sé de tus demoras y extravíos existenciales,
aguarda mi llegada que estoy a pocas paradas
y poner fin a mi travesía.

Sí, es mi desconocimiento de aventuras que me empuja;
Es mi escalofrío al cemento paisajístico de la ciudad,
con sus cuatreros y canes al asecho,
que me sobresaltan, por eso prevengo
y apuro una vez más tu recibimiento.
Mis nervios tiritan imaginando que al bajar del bus
no estés y me coman los demonios urbanos, me corrompan,
me asimilen.

Es el temor al silencio y la sola compañía de mi sombra,
las razones de mi prisa, tú ya las conoces.
Tienes que confirmar que ya aguardas mi llegada,
o no bajaré del vehículo,
rodaré sin norte y bajaré cuando el transporte me bote,
por aburrimiento,
sólo tú culparás y mis maldiciones recibirás.
Al día siguiente, cuando consiga despertar
Prometeré ¡No más! Viajes para verte.

Si ya me estás esperando,
al bajar pregunta por mi vida durante nuestra lejanía.
Al bajar, deja de estar ausente, siguiendo mis pasos;
No te pierdas en el horizonte, conversemos,
ya tengo una sombra y no deseo otra,

No deseo soledad.

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