lunes, 26 de septiembre de 2016

Acta Nº 001 (poema).

Propongo que se apague el sol,
propongo secar los mares,
propongo cerrar los burdeles,
propongo extinguir las cantinas,
propongo fumar sin advertencias,
propongo clausurar las bibliotecas,
propongo encarcelar a los poetas,
propongo dejar de llorar,
propongo cerrar las cortinas al amanecer,
propongo volver a amar una vez más,
propongo apagar los celulares y mirarnos nuevamente,
propongo abrazarnos después de follar,
propongo que este poema no se lea, ni se recuerde
Y por último propongo: ¡Irnos a la mierda!

P. D: Propongo volver y encender el sol.

Poema escrito en coautoría con Oscar Calle Elescano.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Te veo venir soledad (poema).

Mientras sirvo la mesa
reviso que todo esté en su sitio,
también el vacío está donde debe.
Recuerdo porqué estoy tan alto, alejado, escondido.

Es rutinario sacudir los manteles,
ordenar las sillas y esperar que hierva el agua;
Sí, todo es mecánico pero necesario.
Es que tu ausencia se siente menos,
en la monotonía, en mis hábitos diurnos.

Mi opacidad se pierde entre la paja podrida
que cubre mi techo, con agujeros subsanados (zurcidos);
También se siente en el moho verdoso de mis paredes empedradas.
Paredes geométricamente erguidas como mi vida,
como la rutina que me he inyectado para sentir menos
quizá esperanzado de no sentir soledad.

Duele el frío por las tardes, duelen mis huesos;
pero más duelen mis recuerdos, tus recuerdos.

Aquí en lo alto el rayo mata sin favoritos,
mientras tú elijes desolarme.
El granizo y el viento golpean,
más tú aprietas tanto que asfixias mi contento.

Pasaré la temporada aquí, en lo alto, lo incógnito.
El sonido del aguacero me distraerá,
cada anochecer silencioso me poseerá.
Trataré de olvidar tu ausencia
y temer menos tu presencia.

Al término del llanto natural saldré,
divisaré si aún persistes acompañarme;
Caminaré cuesta abajo y correré, cada vez más,
escaparé de mi trinchera, saldré a la carretera.
Será hora de mudarme a donde tu omnipotencia se demore.

Seguro llegaré a la ciudad para perderme entre el tumulto,
para ocultarme entre la languidez de los citadinos,
Cada uno con sus deudas, con sus miedos y sus sentencias.
Allá en la cuidad te será más difícil atraparme,
pero desde ya, sé que siempre rondarás cerca.

Tan cerca estás siempre, que siento tu soplido en la nuca,
siento gélido tu abrazo;
Te siento tanto que eres todo lo que siento
y eres todo cuanto sentiré.

Es que no eres una, eres dos;
Eres dualidad.
Por eso me aterra tu presencia y saberme sólo,
a la vez eres todo cuanto tengo pues siempre estás.
Siempre has estado y siempre te has develado,

siempre me has salvado, siempre me has amado. 

viernes, 9 de septiembre de 2016

Profesión de fe o El día en que tú nacías (segunda parte). (poema).

El día en que tú nacías, 
mis sueños se negaban a claudicar, 
despertaban arte y sed de abrazos recíprocos.

El día que tú nacías, 
mis progenitores comenzaban a hacer maletas
para volver a su terruño, 
hastiados de la soledad que provoca el cemento.

El día en que tú nacías, 
nacían las flores y los alfalfares, 
las crías de las especies se abrían paso, 
jubilosas por empezar la vida.

El día que tú nacías, 
sonaba el tambor, el bongo, 
la antara, la flauta, la gaita 
y todos los instrumentos 
desde los confines del mundo 
para rebelarse, 
exigiendo comunidad 
se levantan y entonan.

El día que tú nacías 
en la red encontrábamos informes 
de exiliadxs y migrantes, 
trajinados y tristes 
por la violencia de sus pueblos, 
nosotros acudíamos como samaritanos 
a ofrecerles nuestra diestra hermana 
y un sorbo de agua 
que reviva esperanzas 
para el bien común.


El día que tú nacías, 
todxs nos levantamos 
con la intención de caminar 
y poner el hombro 
ante el desamparo, 
la mezquindad y el rechazo. 

Estamos de pie y en rebeldía 
y nuestra rebeldía 
nos invita a ser solidarios, 
equitativos 
y por sobre todas las cosas, 
ser hermanxs.

Mujer de ande.
Dibujo de Armando Lopez.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Espérame al lado del camino (poema).

No tengo al reloj como custodio
pero apura tu marcha e inicia mi espera.
La prisa no me apura,
es una ligera sensación que predice,
quizá, tu ausencia,
me hace exhortarte pronto mi recibimiento.

Espérame como cuando aguardas la puesta de sol,
hazlo con ansias,
como si estuvieras sentado a la mesa
esperando tu potaje preferido.
Espérame desde ahora,
aunque sea temprano, limpia el camino,
ahuyenta a las aves rapaces.

Espérame desde ahora,
sé de tus demoras y extravíos existenciales,
aguarda mi llegada que estoy a pocas paradas
y poner fin a mi travesía.

Sí, es mi desconocimiento de aventuras que me empuja;
Es mi escalofrío al cemento paisajístico de la ciudad,
con sus cuatreros y canes al asecho,
que me sobresaltan, por eso prevengo
y apuro una vez más tu recibimiento.
Mis nervios tiritan imaginando que al bajar del bus
no estés y me coman los demonios urbanos, me corrompan,
me asimilen.

Es el temor al silencio y la sola compañía de mi sombra,
las razones de mi prisa, tú ya las conoces.
Tienes que confirmar que ya aguardas mi llegada,
o no bajaré del vehículo,
rodaré sin norte y bajaré cuando el transporte me bote,
por aburrimiento,
sólo tú culparás y mis maldiciones recibirás.
Al día siguiente, cuando consiga despertar
Prometeré ¡No más! Viajes para verte.

Si ya me estás esperando,
al bajar pregunta por mi vida durante nuestra lejanía.
Al bajar, deja de estar ausente, siguiendo mis pasos;
No te pierdas en el horizonte, conversemos,
ya tengo una sombra y no deseo otra,

No deseo soledad.

viernes, 2 de septiembre de 2016

Historia de una muerte anunciada o El día en que tú nacías (primera parte). (poema).

[1]El día en que tú nacías se apagaba más la luz.

El día en que tú nacías, 
continuaba sudando mis manos 
y me temblaba la voz al hablar, 
me tra… tra… trababa 
y siempre parecía que rapeaba;
El día en que tú nacías, 
seguía soñando 
la escena de violación sexual 
que sufrí hace un par de años 
por parte de un familiar.

El día en que tú nacías, 
mi familia comía tristezas, 
calentaba retazos 
y adornaba las paredes 
con abundante pobreza;
El día en que tú nacías, 
mi mamá seguía llorando 
el abandono cobarde, 
anhelando la vuelta 
de quien nunca existió, 
quien solo sedujo y se esfumó.

El día en que tú nacías, 
acudíamos a misa 
y nos dábamos golpes en el pecho, 
para sacudir nuestra corrupción, 
nuestra perfidia 
y salir sin polvo encima;
El día en que tú nacías, 
Abel se defendía, 
con arma de fuego, 
de los Caínes 
y otras veces mataba 
a inocentes 
para sopesar sus adicciones 
y desilusiones.

El día en que tú nacías, 
seguíamos bajando 
de nuestros cerros 
o llegando en balsa 
desde nuestros bosques, 
intentando ser felices 
entre el cemento 
y la vorágine civilización;
El día en que tú nacías, 
quienes nos quedamos 
en el campo 
a pastar el rebaño 
y cultivar la tierra 
estábamos siempre atrás, 
en el pasado, 
en la tristeza del ayer.

El día en que tú nacías, 
sentíamos más apego 
a nuestros aparatos tecnológicos 
que a nuestra familia, 
los primeros nos educaban, 
divertían e ilusionaban;
El día en que tú nacías, 
nos dimos cuenta, por fin, 
que nos faltaba verdor, 
ya no habían algunas especies, 
las nubes grises 
ya no convocaban lluvias 
más bien condensaban toxinas 
y recuerdos 
de nuestra blasfema humanidad.

Dibujo de Jhon Ricaldi Yauri





[1] Discurso teatralizado en la navidad del 2015 en la capilla de la zona T en Huaycán.