jueves, 23 de julio de 2015

Recorrido mortuorio (poema).

Era casi el medio día y seguía frágil,
seguía ido. 
Distraído, ni siquiera caminaba,
sentía más que levitaba.

¡No!, nada de eso, siempre fui así;
entonces:
Era casi el medio día, caminaba sin destino,
pasé una y otra vez por una calle, una cuadra, una casa,
sin recordar porqué debía impregnarla en mi memoria.

Mejor así:
Estaba de paso,
mi caminar lento, imaginando casas, casos y cosas,
una casa me despertó,
volví a pasar, comencé a recordar.
Recordé que no conocía esa casa,
pero la sentía familiar,
tan similar a todas, tan ajena para mí, 
no importaba su extrañeza, mis pasos volvían por ella,
llegaba a la esquina y regresaba, siempre regresaba por ella.
No era la casa,
quien la habitaba era la razón,
no lo sabía, era solo intuición, quizá mucho de alucinación.
La puerta se abrió, comprobé mi recuerdo,
era mi compañera, quien me enseñó a caminar,
a perderme y celebrar;
Quizá no era ella, esta es opaca, rutinaria,
Atrás quedó la mercedaria, 
así como olvidé su dirección, ella olvidó su rebelión.
Nunca nos encontramos en su casa,
siempre era un bosque o una manifestación.
También olvidé que eramos tres,
olvidé que caminé sin sentido desde que cayó abatido el tercero,
para ella el elegido,
olvidé voluntariamente que caminé para impensar mi pasado.
Nuestros días de trovadores, días de salteadores de sueños,
días de abrazos eternos habían terminado.
Yo fui seguidor de ambos, amigo de ambos,
fui creyente;
siempre estábamos viviendo,
nos descubríamos caminando.
Llegó el día de viajar por separado,
-para reforzar nuestro afecto- dijimos,
luego nos despedimos,
no había fecha de reencuentro,
nos juntaría la vida, poco a poco caminamos y partimos.
Al cuarto año de mi viaje encontré a mi amigo,
derrotado por el azar, derrotado por las apuestas
y una carrera aún por ganar,
lo encontré alentando en un bar,
acelerado, sin ganas de viajar solo apostar.
Reanudé triste mi caminata,
tenía que encontrar a quien faltaba de los tres,
quizá aún vivía, quizá aún sentía, quizá aún creía.
No la encontré, me encontró,
yo caminaba idas y vueltas en una calle, en una cuadra, en una casa,
salió y me zarandeó, mi letargo le espantó,
no como antes, ahora ya no sonrió al verme extraviado.

- Vengo de asistir al funeral de nuestro amigo,
ahora estoy en el funeral de mi amiga,
mañana partiré y averiguaré si mi funeral ya pasó o ha de llegar
A donde voy no puedes ir, estás consumida por la rutina,
tu banalidad y un miedo al mañana que antes no te habitaba
El juego y las apuestas acabaron con nuestro compañero,
contigo el miedo a vivir y la complacencia a que vivan por ti-

Es el medio día y constato que ya no habrán carcajadas,
no habrán celadas,
dejarán de exhalar los recuerdos y los sueños.
Me corrijo:
Es el medio día y sigo caminando,
tan iluso como cuando eramos varios caminantes,
camino sin sentido y ahora cada casa y cada esquina me recuerdan
las adicciones y la rutina.

Y las caídas ya no divierten,
ahora duelen.

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