Mi misión al
arribar fue buscarte,
mi tarea
encaminarte;
guiarte por
trochas y fieras al asecho,
conducirte aún entre pertrechos.
Ahora que
niegas tus ideas,
Recorres callejones
a siegas;
Desdices tus
juramentos,
Lamentas tus sellos y señales.
Ahora mi
nueva misión es extinguirte,
Seré tu
verdugo, ya no he de servirte;
Lo sé, siempre
serás parte de mí,
Porque soy Adán y saliste de mí.
Entonces
buscarte no será fácil,
Ya no eres
la del carácter dócil;
Se extinguió
la del pensamiento puro,
Ahora caminas en deriva y a la aventura.
Te he
encontrado triste,
A la
defensiva, igual al día que te fuiste;
Te hallé
cansada y más perdida,
Buscabas respuestas y volviste abatida.
Esta vez no, ¡querida!,
No hay
tiempo para ser acogida;
Es la hora
del paredón, reza y clama perdón,
No eres mala, simplemente eres traición.
Negaste tu
destino y abandonaste a los tuyos,
Blasfemaste tu
credo y rompiste el anillo;
Terminaste las
reservas y no compartiste,
El pan nuestro se volvió tuyo y lo vendiste.
Piedad de
último instante,
Renuncio a
tu castigo, soy tu amante;
La gente me
apedrea y te libera,
Me entrego, ya estás fuera.
Vete y sigue
alegre, no llores se fuerte;
Soy tu
creador y no tu señor;
Tus pecados
sanaré, por ti me martirizaré.
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