jueves, 4 de junio de 2015

Quién diría IV (poema).

Mi misión al arribar fue buscarte,
mi tarea encaminarte;
guiarte por trochas y fieras al asecho,
conducirte aún entre pertrechos.

Ahora que niegas tus ideas,
Recorres callejones a siegas;
Desdices tus juramentos,
Lamentas tus sellos y señales.

Ahora mi nueva misión es extinguirte,
Seré tu verdugo, ya no he de servirte;
Lo sé, siempre serás parte de mí,
Porque soy Adán y saliste de mí.

Entonces buscarte no será fácil,
Ya no eres la del carácter dócil;
Se extinguió la del pensamiento puro,
Ahora caminas en deriva y a la aventura.

Te he encontrado triste,
A la defensiva, igual al día que te fuiste;
Te hallé cansada y más perdida,
Buscabas respuestas y volviste abatida.

Esta vez no, ¡querida!,
No hay tiempo para ser acogida;
Es la hora del paredón, reza y clama perdón,
No eres mala, simplemente eres traición.

Negaste tu destino y abandonaste a los tuyos,
Blasfemaste tu credo y rompiste el anillo;
Terminaste las reservas y no compartiste,
El pan nuestro se volvió tuyo y lo vendiste.

Piedad de último instante,
Renuncio a tu castigo, soy tu amante;
La gente me apedrea y te libera,
Me entrego, ya estás fuera.

Vete y sigue alegre, no llores se fuerte;
Soy tu creador y no tu señor;
Tus pecados sanaré, por ti me martirizaré.

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