Dudo el porqué
¿Para qué?
¡Quién sabe!
Simplemente la amé.
Desperté, la pensé;
Caminé sonriente,
No me importó el después
Ni si real era su tez.
¡Me enamoré!
Dibujé
olas al andar,
Tropezaba sin más;
No quería parar,
Inconcebible un jamás.
¡La encontré!
En realidad ella existió,
Conmigo siempre vivió;
En las risas tímidas.
¡Ahora lo sé!
Tenemos un cómplice,
Una banca de madera;
Madera que vio y calló,
Eras mi pupila.
¡Ahora eres mi Dalila!
Me desperté y te acudí,
Curé tus heridas, lavé tu alma;
Advertí que ya no eras seguidora,
Ahora serías
Eterna compañera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario