martes, 30 de septiembre de 2014

¿El "día" de quien?. Reflexión sobre un cumpleaños.

“El amor de madre es lo más sublime
que nada lo iguala que nada lo supera,
porque hasta Cristo para venir al mundo
a ser mas Dios que nunca quiso tener su madre”.[1]

Mi madre en julio del 2011
 recibiendo un reconocimiento en el Distrito de Marcapomacocha
La vida es sinónimo de adición y fecundidad, producción y multiplicación de la materia. Cuando existe vida, se transforma irreversiblemente el espacio que esta ha de habitar. La vida en algunos contextos es motivo de lucha y reivindicación. Se dice que la vida tiene que ser aliento, esperanza, promesa y eterna alegría; a pesar de las desventuras o casualidades que pudieron generar vida, esta tiene que causalizarse, objetivarse.

Cuando una persona celebra su cumpleaños, festeja la alegría de existir, la oportunidad de haber conocido a la gente que lo rodea, de haber adquirido la experiencia que posee y demás cosas por el estilo. Sin embargo, hay un ser que también tendría que ser homenajeado, la madre o quien haya cumplido ese rol. Fue ella quien mantuvo al sujeto en su vientre 9 meses y lo tuvo bajo tutela más de década y media después generalmente. Es esta criatura quien dejó muchas veces de vivir su vida para desvivirse por otro ser tan indefenso, hasta antes de su primeros diez años de vida, que de estar sólo no hubiese durado mucho en este mundo. La mujer se compra pleitos familiares, miedos personales, decepciones sentimentales y todo por proteger a lo que ella considera como "suyo", un ser que no entiende de deberes o derechos cuando bebé, pero intuye que tiene a alguien que lo amamantará y cuidará por un largo tiempo.

La labor de ser madre es loable, no por eso fácil o siempre gratificante. Muchas veces estas mujeres transmiten sus miedos, inseguridades y manías a sus criaturas, en su afán de dar afecto miman demasiado, para protegerlos reprimen demasiado al punto de golpear a sus hijos, en la desesperación de ver truncada sus metas personales descargan su derrota hacia ellos. Con todo y eso, el varón difícilmente comprenderá que se siente parir un nuevo ser, no logrará a menudo entender el dilema que surge dentro de ellas cuando se embarazan y son aún adolescentes (a veces).

Hoy no celebro ningún triunfo mio, tampoco apelo a mi natalicio para beber y armar bacanales, hoy dirijo mi mirada hacia el ser que me mantuvo dentro de ella un tiempo y luego me cobijó en su regazo, quiero abrazarla y decirle: ¡Gracias por permitirme ser tu hijo!, ¡gracias por haberme criado y acompañado mi caminar!.

Retomando parte de la letra de la canción citada al principio, Cristo para se más Dios (haciéndose hombre entre nosotros) tuvo una madre y Dios padre también ama como madre.


Retrato del hijo pródigo.[2]



[1] Letra de la canción “Bendita las madres” de Ernesto Sánchez Fajardo, el Jilguero del Huascarán.
[2] Óleo sobre tela creado por el pintor Holandés: Rembrandt Van Rijn, nótese el detalle de una de las manos que posee rasgos femeninos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario