“El amor de madre es lo más sublime
que nada lo iguala que nada lo supera,
porque hasta Cristo para venir al mundo
a ser mas Dios que
nunca quiso tener su madre”.[1]
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Mi madre en julio del 2011 recibiendo un reconocimiento en el Distrito de Marcapomacocha |
La vida es sinónimo de adición y fecundidad, producción y
multiplicación de la materia. Cuando existe vida, se transforma
irreversiblemente el espacio que esta ha de habitar. La vida en algunos
contextos es motivo de lucha y reivindicación. Se dice que la
vida tiene que ser aliento, esperanza, promesa y eterna alegría; a pesar de las
desventuras o casualidades que pudieron generar vida, esta tiene que causalizarse,
objetivarse.
Cuando una persona celebra su cumpleaños, festeja la alegría
de existir, la oportunidad de haber conocido a la gente que lo rodea, de
haber adquirido la experiencia que posee y demás cosas por el estilo. Sin embargo, hay un ser que también tendría que ser homenajeado, la madre o quien haya cumplido ese rol. Fue ella
quien mantuvo al sujeto en su vientre 9 meses y lo tuvo bajo tutela más de década
y media después generalmente. Es esta criatura quien dejó muchas veces de vivir
su vida para desvivirse por otro ser tan indefenso, hasta antes de su
primeros diez años de vida, que de estar sólo no hubiese durado mucho en este mundo. La
mujer se compra pleitos familiares, miedos personales, decepciones sentimentales
y todo por proteger a lo que ella considera como "suyo", un ser que no
entiende de deberes o derechos cuando bebé, pero intuye que tiene a alguien que
lo amamantará y cuidará por un largo tiempo.
La labor de ser madre es loable, no por eso fácil o siempre
gratificante. Muchas veces estas mujeres transmiten sus miedos, inseguridades y
manías a sus criaturas, en su afán de dar afecto miman demasiado, para protegerlos
reprimen demasiado al punto de golpear a sus hijos, en la desesperación de ver
truncada sus metas personales descargan su derrota hacia ellos. Con todo y
eso, el varón difícilmente comprenderá que se siente parir un nuevo ser, no
logrará a menudo entender el dilema que surge dentro de ellas cuando se
embarazan y son aún adolescentes (a veces).
Hoy no celebro ningún triunfo mio, tampoco apelo a mi
natalicio para beber y armar bacanales, hoy dirijo mi mirada hacia
el ser que me mantuvo dentro de ella un tiempo y luego me cobijó en su regazo,
quiero abrazarla y decirle: ¡Gracias por permitirme ser tu hijo!, ¡gracias por
haberme criado y acompañado mi caminar!.
Retomando parte de la letra de la canción
citada al principio, Cristo para se más Dios (haciéndose hombre entre nosotros)
tuvo una madre y Dios padre también ama como madre.
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