Texto introductorio del primer número de la Revista Puquial.
Son las
siete y media de la noche, es domingo y hace frío. El corazón se siente
entumecido, ahora más que ayer. Ya está oscuro aquí en Huaycán. Caminamos rumbo
al parque de una zona alta de las laderas de Huaycán. Caminamos de prisa,
tenemos que llegar puntuales a nuestra reunión; presentimos que ella, tiene el
abrigo que añora nuestro corazón.
Llegamos a
tiempo, en el anfiteatro están comenzando a prender la fogata; mientras los
asistentes nos colocamos alrededor de ella. Somos pocos, pero hemos llegado tod@s,
alegres y esperanzad@s. Tod@s list@s para conjurar el surgimiento de la
fraternidad. Estamos pariendo “la hora de los pobres”.
Hemos traído
con nosotr@s, además de esperanza y alegría en abundancia: nuestros pinceles y
lápices para dibujar nuestros sueños, decorarlos con tonalidades festivas o
quizá oscuras buscando libertad; nuestras ideas y cuadernos para escribir
nuevos mundos posibles, más humanos, más nuestr@s; nuestras guitarras, zampoñas
y voces para cantarle al amor, eterno y rítmico, cantar sus aventuras y
rebeldías; nuestras distintas ruedas, de bicicletas, patinetas y motos para
recorrer las calles llevando júbilo y velocidad, para transformar las rutas y
dotarlas de juventud; nuestras habilidades especiales, para ser únic@s en
nuestra capacidad de amar y compartir; nuestras cámaras digitales para capturar
instantes emotivos que subleven la precariedad y revivan la memoria (nuestra
memoria) colectiva y por medio de ellas contar nuestras historias.
Somos gotas
que emanan esperanza, en un ahora libertario e inclusivo, que poco a poco nos
juntamos para nacer como río y desbordar humanidad.
Por: Christian Walter Astudillo Capcha. Huaycán, Agosto del 2016.
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Dibujo hecho por: Lucero Gianella Astudiillo Capcha |
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