Cansado de
vegetar solitario
llegaste encima
del armario,
Dentro de mi
corazón.
Eras sonoro, melódico;
Sutil al conquistar,
Una colonia
al trabajar.
Ruiseñor,
fui tu ágora, tu mentor;
fui tu ágora, tu mentor;
Veintinueve
de febrero,
Por eso siempre escudero.
Apareció
Wineber,
Nos negamos
echarla al azar;
Estocadas y
cortejos,
Eso y mas para vencernos.
Típico final
el mío,
Antes de tu
destierro;
La manzana
mordí,
Bebí de la trampa, fui yo el fin.
Anduve lento, sediento,
Silente como mis sombras;
Solo ellas, calladas como siempre,
Murmuraban
compañía.
Decidido a
ser el tercero,
Elevé velas,
cargue mis esperanzas;
Para
encontrarlos,
Para
acompañarme.
Dos leprosos
me esperaban,
Yo escapaba;
Mas mi alma
los extrañaba,
Los añoraba.
La ciudad me
había vengado,
Parecían
finados;
Los limpié,
los curé,
Los abracé y ame.
Ahora somos todos,
Andamos probos;
Señor, escudero y hechicera,
Cuando se está entre amigos las risas llenas los vacíos, calman los miedos y te guarecen de la lluvia. |
Ahora y donde quiera.
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