sábado, 11 de septiembre de 2021

Para Abimael, para su arrepentimiento y enmienda. (Carta).

Supe de ti en la primaria, en mi escuelita fiscalizada 31739. Se decía que eras un justiciero. Que ibas de pueblo en pueblo castigando a los ricos y corruptos. Cada cosa que decían de ti y tus aliados me hacía recordar a Clint Eastwood (en la Trilogía del dólar) o a Tupac Amaru II. Te imaginaba como a William Wallace, en Corazón Valiente, luchando en minoría por la libertad de un pueblo oprimido y siendo derrotado por los poderosos que nos querían ver esclavos siempre.

Pero el 2001 (cuando estaba en sexto grado) al leer el periódico y ver la televisión (sólo captaba un canal), sólo se hablaba del atentado contra las torres gemelas. Me aterré al ver cómo las personas se aventaban de los edificios. No podía asimilar porqué una ideología deseaba la muerte a personas que no tenían más culpa que trabajar en dichos edificios. Ese 11 de setiembre me fui a dormir con miedo y no pude conciliar el sueño. Recordaba que dos o tres años atrás había escuchado hablar a mis padres sobre el terrorismo. Era de madrugada, mi papá le preguntó a mi mamá – ¿Qué haces si llegan los terroristas? –, mi mamá asustada le respondía – No pienses tonterías, ni digas eso, me da miedo – a lo que mi papá concluiría – nos escapamos puro río y llegamos a la estancia, en el campo no creo que nos encuentren –. Yo no entendía a quiénes se refería mi papá cuando decía terroristas, supuse que eran la gente del gobierno, porque tú o tu gente no podían ser, ya que en mi escuela los creían buenas personas. Y no podía dormir, ese día lloré porqué me daba miedo ver morir a gente inocente y no sabía qué era un terrorista y porqué existían personas que sacrificaban vidas inocentes.

            Al ingresar a la secundaria, palpando la pobreza de mis compañeros de carpeta, anhelaba un gobierno dirigido por ti o tus ideas (aunque ciertamente no conocía nada de tu programa). No podía entender cómo es que la distribución de la riqueza era tan desigual. Recuerdo que me pasaba horas escribiendo en mi cuaderno, planteaba formas de gobierno dictatorial que mejoraran la situación de pobreza de muchos compatriotas. Soñaba con tener un grupo guerrillero, que se enfrente al poder político y económico, renegué de la influencia religiosa dentro de las decisiones de gobierno. Con esa premisa colegial, ingresé a la universidad.

            En la Universidad encontré a estudiantes que utilizaban tus ideas o tus frases para ser populares o para alcanzar algún cargo en la dirigencia estudiantil. Había otros que te citaban para ganarse botellas de licor gratis o como táctica de seducción romántica. El primer año de universidad participé en cuanta protesta estudiantil hubiera, quería encontrar a personas más idealistas que yo, que practicaran tus ideas, pero sólo llegué a dar con fanáticos que mercantilizaban tu pensamiento. A la par, descubría a mártires como Rutilio Grande, Óscar Romero y Sandro Dordi. Y reafirmaba mis ideas de ofrecer mi vida, si fuese necesario, en la construcción de un cambio que use el amor y la fraternidad como únicas armas de destrucción. Entendí que estabas equivocado y que tu postura generó un desprecio masivo por nuestra tierra andina (los tuyos despreciaban la tradición andina y las fuerzas del estado creían que todo andino era uno de ustedes). Tu gente hablaba de colonialismo, de invasión occidental, de explotación y ustedes seguían ideas europeas y asiáticas, desmerecían la organización comunal, raptaban niños, pedían cuotas (como las bandas criminales en la actualidad). Fue a causa de la universidad que pude comprender que tú y tu grupo habían errado al plantear soluciones que no correspondían con nuestra realidad. Nunca fuimos China y tú no fuiste Mao.

            Comunidades campesinas, pueblos amazónicos y familias de dirigentes de asentamientos humanos citadinos, te ven con cólera y resentimiento. Tú y tu grupo marcaron a sangre y fuego su memoria. Por tu accionar ahora cada vez que nos organizamos para reclamar algo justo se nos tilda de potenciales terroristas. Pero aún tienes seguidores y es que este país sigue siendo miserable con sus ciudadanos. Aún creen algunos, que tus posturas son la única forma de encontrar equidad.

            Yo sólo quiero que, donde estés, hayas recapacitado e intercedas por los tuyos, para que cambien. Estoy orando para que tu accionar genere conciencia y nos sirva para entender que ninguna guerra fue buena jamás. Rezo para que se comprenda que la muerte no sana, no redime, no construye ni une. Esta pandemia nos ha demostrado que la muerte de unos no garantiza la salvación e otros y que si todos no nos cuidamos, podemos perecer.      

            Con dolor por las vidas inocentes que perecieron em tu insensatez, deseando que te hayas arrepentido y busques tu redención.

Fotografía de Lucanamarca,
El 03 de abril de 1983 fueron asesinadas 69
personas por el grupo terrorista Sendero Luminoso.


11 de setiembre del 2021,

a 20 años del ataque terrorista contra las torres gemelas de Nueva York;

 a 40 años del inicio del terrorismo en el Perú

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