domingo, 20 de septiembre de 2020

Carta a los caminantes. Capítulo 2: Al precursor de Marca (En memoria de Manuel Andrés Riqueros Calderón).

 

“Hay un solo Dios, un solo Cristo, una sola Iglesia de Cristo, una sola fe, un solo pueblo que, por el vínculo de la concordia, está fundado en la unidad sólida de un mismo cuerpo. La unidad no puede ser amputada; un cuerpo, para permanecer único, no puede dividirse por el fraccionamiento de su organismo.“ — San Cipriano de Cartago[1]

Espero puedas leer esto y alegrar tu alma. Manuel, hijo de Fausto Riqueros Cayetano y Luz Calderón Soto, ciudadano Canteño de raíces Marcapomacochanas; apreciado tío:

Pocas veces he conocido a una persona tan desprendida como tú. Un retornante de tercera generación[2]. Un paisano visto como forastero a ojos pubertos. Un incomprendido, cuya muletilla era el afecto hacia una tierra disfrazada de Comunidad y maquillada de unidad, que visitaba Marcapomacocha varias veces al año (cual peregrino a su tierra santa).

Te conocí en una de las fiestas patronales de la Comunidad Campesina de Marcapomacocha, un año antes de que asumieras la Mayordomía de esa fiesta, en honor a la Virgen Inmaculada Concepción (patrona de la Comunidad).

Visitaste a mi familia, en el pueblo y en mi estancia, en varias oportunidades. Quisiste mucho a mi hogar y nunca pudimos devolver tu amor al mismo nivel. Quisiste al pueblo de tus antepasados al grado que sólo los forasteros lo hacen. Te desentendías de la envidia y la mediocridad que pululan nuestras calles, cual gotero de paraguas invernal. Veías al pueblo con ojos infantiles, ojos ilusionados que desbordan esperanza, ojos que los tuertos no conocemos

Fuiste un soplo de aire puro en medio de una bóveda enmohecida. Fuiste el tercer lazo[3] subversivo que luchó por la unidad y en defensa de la tierra. Hombre de gestos sencillos, caminar pausado y voz arrulladora, con tufillo retórico, muy semejante al entusiasmo de un viejo militante Aprista (como lo fuiste).

“Hoy o nunca”[4] es necesario agradecer tu vida y tu afecto. Ya no estás hoy, pero eso no significa hasta nunca. Gracias por tu preocupación, tu tiempo y tu cercanía. Hoy te reconozco como un precursor, amante de la comunidad[5], un ser que dejó su propia vida para contemplar y sentir por los demás. Probablemente, desde donde estés, nos sigues sintiendo. Hasta allá, te digo: “Se para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo…” (Salmo 30). Que Dios te guarde y nos comparta un poco de ti.


Manuel Riqueros Calderón, durante su discurso
como Mayordomo de la Virgen Inmaculada Concepción .
Marcapomacocha 2017.


Texto escrito originalmente en: Crónicas errantes. Estado de Emergencia. 2020. El Cullic. Capilla Cristo Redentor - Santa Anita. Zona Pastoral Pablo VI, Diócesis de Chosica.



[1] De catholic Ecclesiae unitate, n.23.

 

[2] Título que se les ha dado a quienes vuelen a la tierra de donde migraron a otros lugares.

[3] En lengua Cauqui, significa Canta. Uno de los posibles significados que dan nombre a “La Heroica Villa”. Tercer lazo, en alusión a las dos veces nombrada “Heroica Villa”, por su contribución en la guerra por la Independencia y en la Guerra del Pacífico.

[4] Consigna de las tropas peruanas al iniciar el Combate de Sangrar en 1881, donde se logra la primera victoria peruana contra el ejército chileno, durante la guerra del pacífico (después de la ocupación de lima).

[5] En su sentido bíblico, vivir en comunión.

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