miércoles, 30 de septiembre de 2015

Estúpida apariencia (poema).

Comer, dormir, dormir y comer;
no hay nada que hacer sino nacer para vivir.
Vivir es alimentarse y dormirse para despertar.

Pensar en qué creer y creer en que pensar.
Los pensamientos nos proyectan a un mundo,
el mundo nos quita el pensamiento.

Caminando por la vida, viviendo la caminata.
Sudar por un momento para secar la soledad.
Tentar a la muerte o morir por ser tentado.

Hablar, actuar, actuar y hablar.
Todos hablamos lo que quisiéramos escuchar.
Pocos escuchan de lo que no se quiere hablar.

Mentir para ganar, ganar a la mentira.
Se dice lo que no se hace,
se hace lo que no se dice.

Una gran verdad partió de una mentira
y una gran mentira, de una verdad malvada.
Las buenas mentiras son mentiras buenas,
las malas verdades son verdades malas.
Los buenos y malos no son ni mentirosos ni verídicos,
solo son chicos y grandes o grandes y chicos.

07 de marzo del 2011.

El original.

Algunas querellas (poema).

La leña en su lugar, no en el fogón
sino en el cofre más secreto que le pueda hacer pasar desapercibido.
ya que como aquella pocas.

Los rubíes en la cuna del bebé
para que le rodeen de belleza e influyan a una vida opulenta
digna de su realeza.
Lo importante será que anestesie
los vacíos y penas de aquel alma inocente
asaltada por miedos, temores y llantos.

La soledad, compañera de penurias y resbalos
droga de la vida,
será derramada y sepultada en lo más hondo del mundo.
Se la encadenará para que ya no dañe,
ni un conjuro celestial le salvará de su pesar.

La lucidez, con su retórica digna de gente idiota
ofende el legado de los genios bohemios
su sensibilidad apesta y toda ella ofenda la inteligencia.
Mejor es ignorarla, matarla en vida
hacer de ella un hato de nada.

El narcisismo, algo más que familia, es un ideal de cosas humanas;
no es estar en el centro o al lado.
Es estar en la tierra y hacer de la vida un honoris causa
con actos que aparentan puterías del progreso.

Y tú... no mereces llamarte así.

El original.

Continuará (poema).

Ayer volví,
volví a ver tu ventana,
suspiré.
Lo hice para pelear al tiempo
tu memoria, tu recuerdo,
exhalé, aún no llegabas.
Tu ventana sigue oscura.

Difusa, confusa,
he vuelto y aún me siento solo.
Todo sigue,
quieto y constante,
todo sigue,
también tu ausencia.


Hoja suelta.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Volveremos al mundo (poema).

ve al mar,
recita tus rimas y ríe.
Sueña tus avernos
destruidos, conquistados
sueña con nosotros
sublevados.
El mar luce bravo
acércate animado
grita extasiado:
-¡No seré más esclavo!-
Abraza la insurgencia
destierra tu complacencia
lucha por tu descendencia.
Pelearás en adelante
contra tu padre,
contra todo aquel
que humille y subordine.
Levantarás poblaciones,
las harás enervarse
y se volverán libres.
Disfruta la brisa del mar
su bravura te atice
su ritmo te aliente
y su inmensidad te olvide,
olvido de tu individualidad
olvido de tu progreso,
olvido de tu credo.

Ingresa ahora,
penetra sus aguas
y acompaña la lucha.
Desde ahora eres nosotras,
eres los desvalidos,
eres las menesterosas,
desde ahora eres colectividad
eres los gritos y esperanza
eres todas y todos.
eres trinidad humana
Ahora eres atlantida resurgida


Siéntate y come,
la mesa es redonda
sin cabeza, sin olvidos.
Aliméntate de la tierra
de ella vinimos
por ella revivimos.
Comparte este trigal,
es carne de nuestras carnes
y esta agua
que es alma de nuestras almas.
Ahora alistemos juntos
la vuelta al mundo.

Fotografía dentro del Ojo que llora
en el campo de marte.
Monumento levantado como reconocimiento
a las víctimas del conflicto armado interno peruano (1980 - 2000).

martes, 22 de septiembre de 2015

Vuelvan las cometas (crónica).

“Te irás con las estrellas, romperás el mundo en dos.
Vendrás con la tormenta por las noches sin amor”. – León Gieco[1].

Si el deseo de explorar el mundo y divertirnos corriendo, de un lado a otro, se eternizara sin preocupaciones ni apuros, seríamos una masa más organizada y dada a la colectividad. Si los juegos que nos convocaban a pasar la pelota de un lado a otro, o a topar con esta a alguien más, no se convertirían luego en pugnas por acumular prestigio y monedas huecas que no contagian risa alguna ni alegrías mutuas, seríamos una especie conciliadora y recíproca. En suma, si fuésemos infantes toda la vida quizá el mayor problema social sería el miedo a la oscuridad de la noche.

Durante mi estadía en Corpacancha (1996-2001), donde estudié los seis años de educación primaria, al llegar el mes de setiembre la expectativa, de quienes estudiábamos allí y de l@s niñ@s en general, era tener la cometa más bonita y que a su vez vuele más alto que las demás. Las cometas eran hechas de carrizo y cubiertas con plástico o tela, se les ponía una cola hecha de plástico que al final tenía una piedra del tamaño de un puño de alguien con diez años. El hilo con el cual hacíamos volar las cometas era de lana o a veces hilo de pescar. La mayoría de las cometas tenían forma hexagonal u octagonal. Bueno, la mía siempre tenía forma artificial (en realidad semejaba a un triángulo); pues siempre compraba mis cometas. En mi familia no había alguien que haya aprendido a hacer una (mi papá si sabía, pero trabajaba en la capital de distrito, Marcapomacocha, haciendo difícil la inmediatez de mis cometas).
En los dos últimos años de mi estadía en Corpacancha, mi papá hizo mis cometas; entonces recién me sentí resarcido. Dejé de avergonzarme de mis anteriores cometas compradas y lucía mi cometa por el pueblo a la espera de que l@s demás niñ@s se contagien y hagan lo mismo; sin embargo, las cometas comenzaron a ser parte de juegos de antaño. Entonces volaba mi cometa solo, a veces se unían niñ@s menores a los cinco años acompañad@s por sus padres, quienes al volar las cometas de sus hij@s, quizá además de acompañarl@s en su recreación, rememoraban épocas cuando reían corriendo contra el viento para elevar sus cometas lo más que puedan.
Niños de la Ludoteca Chipikyay rumbo al cerro,
para hacer volar sus cometas

Ahora, después de ocho años, he vuelto a revivir esa sensación a fines de agosto[2]. Subí junto a un amigo (Nelson) al cerro de la zona “S” en Huaycán para hacer volar cometas. Allí estaban l@s niñ@s de la ludoteca[3] de la zona “T”, “Ludoteca Chipikyaay”[4], disfrutando de un juego novedoso para ell@s. Tod@s tenían una cometa comprada (en todo caso la cometa no fue hecha por alguno de ell@s ni tampoco por sus familiares). De pronto, una sonrisa revanchista surgió en mí – ¡Ah!, ¡son compradas! – Luego caí en la cuenta que aún no había aprendido a hacer una cometa – Triste tu vida – me diría mi amigo Max. Las cometas volaban bajito y unas cuantas a una altura respetable. Algunas niñas se sentían molestas porque se les había enredado el hilo. Otros subían más arriba para tener más espacio y desplazarse con mayor facilidad y menor riesgo para enredar sus hilos con l@s de sus compañer@s.
El ascenso de las cometas

Las cometas volaron acompañadas de risas cómplices, volaron como sus sueños vuelan, como su cooperativismo asombra. Volaban como las esperanzas de vivir en una sociedad amable y recíproca. ¡Si de adultos hiciéramos volar cometas!; riendo junto a nuestros sueños y practicando los principios adquiridos en la niñez, las veces que ayudamos a reparar la cometa de algún amigo o amiga nuestra, cuando nos reímos al enredar nuestras cometas y veíamos cómo se caían todas juntas e íbamos a recogerlas corriendo con los brazos hacia atrás y las manos tratando de atrapar al viento. Sí en vez de escuchar y presenciar asaltos recibiríamos la triste noticia de una cometa extraviada seguro fuésemos niños eternos y no bultos del averno.

Si alguna vez aprendo a hacer una cometa, la haré volar cuando tenga ganas de elevar mis ideas; cuando tenga ganas de refrescar mi ser con ayuda del viento. La elevaré lo más que puedo, como mi visión alcanza el infinito cada vez que mis parpados se cierran. Las cometas representan, para mí, la conexión con un elemento que me es más familiar que el agua, el aire. Aire que conozco mejor que a mis pasos, no necesito verlo, pues lo siento. Cuando vuela una cometa, siento que una parte mía está siendo acompañada por el viento en su andar, está siendo empujada a veces con fenecí y otras pausadamente. Cuando una cometa vuela percibo una señal que me invita a creer cada vez más y mejor en el aliento de vida, en la esperanza de sonreír eternamente, corriendo y jalando el hilo de mi cometa empapada de ideales y principios refrescados por el viento.
Volvieron por una tarde las cometas a la vida, ojalá vuelvan más seguido.

El fin de una magnífica tarde






[1] Letra de la canción Semillitas del corazón del cantante argentino León Gieco (Cañada Rosquín, provincia de Santa Fe, Argentina, 20 de noviembre de 1951) de su séptimo álbum del mismo nombre publicado en 1988. La canción está dedicada a los chicos desaparecidos restituidos, una referencia a la desaparición de personas perpetradas por la dictadura militar argentina (1976 – 1983).
Un artículo respecto a los aspectos psicológicos sobre el caso de restitución de niños desaparecidos apropiados por esta dictadura militar es:  http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/5637/1/ALT_11_13.pdf
[3] Espacio que promueve el derecho al juego de niños y adolescentes. Aquí una descripción detallada de este espacio:
[4] Página de Facebook de esta Ludoteca que funciona dentro de la capilla de la zona T de Huaycán https://www.facebook.com/Ludoteca-chipikyaay-199058240253482/timeline/

domingo, 13 de septiembre de 2015

Yo soy Christian (monólogo)

Alguna vez dije que no tenía miedo alguno en esta vida. En realidad me da miedo la indiferencia y la derrota, me da miedo el olvido y la soledad. Caso aparte es el miedo, que he vuelto a revivir, a las cirugías, en especial las que involucran mantenerme despierto en la operación. Miedo tengo de la ausencia de las pocas personas que me conocen realmente, miedo de la multitud que me hace sentir foráneo, difuso o quizá inexistente, con sus modas y memorias olvidadas.

Tengo muchos temores aunque alguna vez haya dicho “no tengo miedo a nada”, miedo tuve todas las veces que decidí arriesgar mi físico en movimientos peligrosos, en realidad no fueron movimientos si no caídas, tan hondas como los extravíos vespertinos que me asaltan cada mañana al despertar.

El horror al vacío no es una técnica pictórica mía, es una descripción literal de mi personalidad. Ya no padezco fiebre, tan alta que me sumía en una caída a un vacío sin fin. Ahora sostengo pensamientos tan lejanos que a veces siento levitar y no meditar, como mi físico aparenta, siento que me diluyo entre la inmensidad de la materia. Recuerdo los años más cercanos a la actualidad y solo percibo vacíos, luego trato de recordar mis días de la niñez y no los encuentro, solo recuerdo que mi mente se hacia una idea de lo que sucedía en mi entorno, más no logro reconocer si mi cuerpo se movía o solo mi mente. Ahora, en este preciso momento creo que si alguien lee esto creerá que estoy deprimido o intento saber que existo como persona y no como personaje, nada de eso se asoma a la verdad. 

No soy tan duro ni miserable como aparento, ni tan bohemio y tunante como se cree, nunca fui deportista ni lector acérrimo; más bien soy parco e ido. Soy solitario, cuando alguien me acompaña también me gusta estar solo. Me gusta la noche porque veo igual que cuando el sol alumbra, es que veo casi nada y de noche veo igual, entonces prefiero la noche que hace que los otros, que sí ven, vean como yo veo.

Y para terminar, hoy entró a mi casa un niño y se llevó una pelota de plástico que no era mía pero era de algún miembro de mi familia, la puerta de mi casa estaba abierta para que salga el polvo que manaba como humo de los libros y hojas que durante años había dejado empolvando en cajas y ahora procedía a colocarlas en unos estantes de madera. Entró, cogió la pelota y salió lentamente. Creí que era uno de esos niños polvorientos que pululan por mi localidad, malcriado y con tendencia al hurto. Le dije: “te regalo, llévatela” (como si me hubiese él pedido permiso para coger la pelota), de pronto a la puerta de mi casa se asoma un hombre adulto y le reprocha: “deja eso, es del tío, ven vamos”, ¿Tío? Con seguridad deduje que era el padre del niño (por el tono de su voz) era de alguna parte de la serranía central  seguramente (en Marcapomacocha y Corpacancha a todos los adultos llamábamos tías y tíos). Minutos después mi mamá entró a la casa y comenta que ese niño, a quien catalogué de impertinente, tenía problemas de retardo mental “la primera vez que lo vi me di cuenta al instante” me dijo. Entonces vuelve a extraviarse mi mente y reniego de mi corta visión, de mi incapacidad de ver como era en realidad el niño, recordé la vez que no devolví el saludo a un sordo mudo (no lo vi), me pregunté si esta noche soñaré con el niño aquel como ayer soñé con Gracce (hija de mi amiga Ylenia) a raíz de una conversación que tuve con su papá. Prometí escribir para recordar que tengo miedo a las cirugías, más si estás involucran mi labio superior o mis ojos, escribo esto para recordar que odio el color negro porque recuerdo el vacío y con el mi casi completa ceguera, escribo esto para recordar que siempre he deseado no toparme con un sordo mudo pues no advertiría su presencia ni correspondería su saludo, escribo esto para recordar que de niño veía más pero tenía más temores, escribo esto porque ahora tengo amores y termino aquí pues cuando escribo me canso mientras que cuando hablo puedo pasarme día y noche contando historias con miles de finales alternos, de eso saben mis padres, abuelos, hermanas y perros, también mis amigas Lucia, Nataly, Soledad e Ylenia y mis amigos… no a ellos no les gusta imaginar porque "plata y mujeres nunca les han faltado y si no están con ellas están con la botella"… no Anthony, Broling, Gonzalo, Max, Nelson, Oscar y Robinson son las excepciones a veces de buena gana y otras los conmino a que me escuchen. Escribo esto porque iba a escribirle una carta a la chica que me atrae y recordé que me gusta la idea que me he hecho de ella y no ella realmente.

Nota: He desempolvado mis escritos de cuando estaba en la secundaria y mis dos primeros años en la universidad, entre poemas, cartas y elucubraciones me perdí y quizá hoy no sueñe con el niño si no conmigo leyendo mis textos y reescribiendo algunas páginas. O quizá sueñe que ya soy comunero ¡oh que gran sueño seria!.

28 de julio en Marcapomacocha
Además de mi sombrero, mi escarapela.