martes, 24 de febrero de 2015

Zarcillos (poema).

Te perdono, tus ausencias y andanzas,
Los riscos que destrozaste, el querer que blasfemaste;
Te perdono con tus falsas mudanzas,
El torno apolillado en espera de ver si cambiaste.
Te perdono, sonrisa mía y de gavilanes por montones.

No creas fácilmente mi fidelidad,
Hubo días cuando dudé si eras real o una bella ficción;
No creas por favor en mi enfermedad,
Eran en realidad sollozos y esperas sin ti en la habitación.
Cree en mí esperanzado, siempre, con heridas cicatrizando.

Era domingo cuando juramos eternidad,
Alentaba la primavera, partí a recoger hojas para nuestro nido;
Misivas llenas de recuerdo e intimidad,
Respuestas vacías, eximias, casi evocando el olvido.
Era domingo y conjurabas traición, apagabas mi corazón.

El sudor me despertó, era miedo, la azotea grisácea avisaba,
Te busque en mis memorias, en mi presente, soplaba fuerte el viento;
El sudor ahora era rojizo, era el canto de la noche que azotaba,
Recordé nuestro querer eterno, temía el final de nuestro cuento.
El sudor me confirmó tu ausencia, lloré y caminé sin retorno.

Tengo frío, he vuelto y no hallo tu abrigo,
Has de estar preparando mi llegada, o quizá mi retirada;
Tengo frío, te he buscado y ni a los perros rastreo, han de estar contigo,
Nada nuestro está en su sitio, solo hondos oscuros, todo aquí es una nada.
Tengo frío y ni aún ahora pienso en un despido.

Me duele infinito, tu injuria y mi ausencia,
Consejos que auguran mejora sin ti y tu locura;
Me duele infinito, pero convengo más dolor sin tu presencia,
No tienes culpa, a todas las haré mía, serán nueva forma de ternura.
Me duele infinito, avienta tus culpas, sirvelas como un regalo de bienvenida.

Tardé un minuto en quererte, saberte eterna,
Tú un segundo en olvidarme, caminar sin ver, segarte;
Tardamos un viaje en volver a encontrarnos,
Tardemos un suspiro en comprender y perdonar, tardamos para de nuevo amarnos.
Tardé un instante y lo eterno casi se va de mis manos.


domingo, 15 de febrero de 2015

Dos zorros para el violinista de Ishua. Homenaje a Máximo Damián.

“…al violinista Máximo Damián Huamaní, de San Diego de Ishua, le dedico, temeroso, este lisiado y desigual relato”. – José María Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo [1]
Máximo Damián tocando en el entierro de Arguedas.
Fuente: El comercio.
Se ha marchado a la eternidad, se ha ido a reír y a cantar (en quechua) con su amigo; se ha ido, como la lluvia en estos tiempos, muy de prisa, aún nos tenía que regalar más poemas sonoros. Se ha ido y es hora de tocar la ‘Agonía’[2] para acompañar su llegada, allí, donde el amauta.

En la película: Two mules for sister Sara[3] (Dos mulas para la hermana Sara), un caza recompensas se encuentra casualmente con una mujer que finge de monja con el propósito de ser protegida y llevada a buen recaudo, el título del largometraje pretende explicar que la co-protagonista necesita de dos mulas para sobrevivir. El título de este escrito es un juego de palabras inspirada en el título de ese filme, jugando con las palabras preciso explicar que se necesitó dos zorros en la vida de Don Máximo Damián HuamanÍ (San Diego de Ishua, distrito de Aucara, provincia de Lucanas, departamento de Ayacucho, Perú, 20 de diciembre de 1936 – Lima, Perú, 12 de febrero de 2015), uno lo cobijó y le dio aliento para crear y deslumbrar más de lo que ya venía haciendo y otro que adelantó su atardecer de una manera huraña, y letal.

Hijo de Justiniano Damián y Toribia Huamaní, campesinos. Aprendió de su padre a tocar el violín, su padre no deseaba que él siguiera sus pasos ya que asumía esa labor como un camino hacia la “borrachería”. Su tenacidad y perspicacia le hicieron desobedecer a su padre, aprovechaba cada vez que se iba de gira para coger el violín y tocar (los discípulos de su papá le acompañaban). A los 13 años debutó como violinista y en adelante sembraría éxitos, siempre ligado a la composición de melodías tradicionales del ande, reconocido ahora como Guardián de nuestra identidad andina[4].

“La fuerza y musicalidad de su instrumento nacida en el coliseo llegó hasta la televisión y el cine, y contribuyó a que el país, primero, y el mundo, después, conocieran la Danza de las Tijeras, máximo homenaje quechua a la Uku Pacha o mundo dentro de la tierra, que usa piezas de metal que tuvieron que venir de Europa porque ninguna de las grandes culturas andinas logró elaborar objetos semejantes”.[5] Quizá ese sea su mejor legado, el de haber contribuido en una expresión tan mítica y compleja que algunos logran entenderla solo cuando le ponen el rótulo de demoniaca. Entre su producción discográfica destaca: Máximo Damián. El violín de Ishua (París, 1992)[6].

Damián conoció a Arguedas un día que este último fue a buscarlo a su casa en Lima (Máximo se había mudado a los 14 años a la capital, desde entonces trabajaba de obrero y tocaba su violín los fines de semana en fiestas de algún paisano y después en coliseos) y le propuso tocar donde Arguedas lo requiriese. Desde entonces se volvieron amigos, mas que eso, se volvieron familia[7]. El creador de Todas las sangres vendría a ser el primer zorro en la vida de Máximo Damián. Fue Arguedas quien le dijo que siempre conservase el estilo tradicional con el que tocaba el violín, que no se deje llevar ni guiar por el mercado, que toque lo que sienta y así jamás mienta. 79 años vivió y los dedicó al arte y la vida a plenitud, siempre humilde, siempre el mismo.

También yo tengo dos zorros, o quizá solo uno, que no son alegorías, son en realidad zorros. El pasado 11 de febrero, mientras Máximo Damián agonizaba, mi madre junto a mis perros daban cacería a un zorro en una rinconada, lograron acorralarlo, el animal se refugiaba debajo de una gran roca. Tenía que morir, de lo contrario nuestro rebaño seguiría viéndose afectado. Como el escondite del zorro era impenetrable, mi mamá optó por tapar las salidas cubriéndolas con piedras de tal forma que no pudiera salir mientras venían los refuerzos (es decir yo). Horas después prendimos fuego por un agujero que daba adentro del escondite, jamás salió, era un zorro, a pesar de no ser adulto, tenaz y temerario.

Desde el día 12 hasta hoy 15 han caído dos alpacas y un cordero, no sabemos si es otro zorro o el mismo que, no sé como, ha escapado de su encierro. Lo único real es que la puna cochana donde vivimos ( Comunidad Campesina de Marcapomacocha, 4500 metros sobre el nivel del mar aproximadamente) luce incierta, fría e inclemente. No deseábamos cegar la vida de ningún zorro por puro capricho, nos estábamos defendiendo de sus cacerías en nuestro territorio. Pese a ello parece ser que la naturaleza y “el compadre” han conjurado para castigar nuestra rebeldía.

Retomando a Máximo, él también tiene su otro zorro castigador. Sus últimos meses fueron un martirio. Padecía de diabetes, el tratamiento y los ingresos que poseía eran insuficientes para menguar su mal[8]. El estado tan ancho y ajeno, parafraseando a Ciro Alegría, no se preocupaba por alguien que había puesto en valor parte de la tradición y sentir andino, expuso su arte en diversos países. Un simple traslado de un hospital a otro, mas especializado, era imposible, como si se tratase de hacer música con el violín solo con la lengua sin utilizar otra extremidad del cuerpo. Máximo languidecía y su humildad ahora se confundía con resignación.El estado y sus hospitales eran el segundo zorro que le daba con palo aún sin ser su hora.

Máximo Damián 15 de enero del 2015.
Fuente: Diario 16.
“Todo muerto siempre es bueno”, en este caso él si lo fue. Ahora que las autoridades le dan reconocimientos máximos a un cadáver sin alma, su alma yace tocando su violín en la eternidad, y se toman fotos junto a él, se ve el agua sucia donde se han lavado las manos como buenos pilatos. ¿Y Máximo?, él está otra vez con el violín en la mano camino a su encuentro con Arguedas, es que este último le debe una promesa, el andahuaylino tenía que estar para el almuerzo en casa de Damián a fines de noviembre de 1969, el violinista esperó con la sopa que a Arguedas le gustaba, también estaban en la mesa papa y queso, sin embargo el visitante jamás llegó; al día siguiente se leía en la prensa que Arguedas se había suicidado. Ahora ya no hay escusa, por fin se verán puesto que Arguedas se adelantó y si su depresión siguiese (allí donde se encuentre) ya no se podría matar (su alma ascendió a la eternidad), ahora será él quien espere con comida al humilde Máximo, que hasta el fin de sus días me dio la impresión de que le era mas fácil conversar en quechua que “hacerse entender” hablando en el idioma con el que le dijeron: “No hay cama para atenderlo” en un hospital donde el sonido parece el del toque fúnebre.

Máximo Damián e Ysabel Asto, 15 de enero del 2015
Fuente: Diario 16.
Se ha marchado a la eternidad, se ha ido y esta vez el que fue hechura de su madrasta espera para que rían en la lengua madre, se ha ido y los truenos ahora suenan a “la agonía”, se ha ido y en la puna cochana donde pasto mis ganados ya no se oye el soplar del viento, ahora se siente el compás del violín. Se ha marchado y es Ysabel  Asto quien llora de corazón. Se ha marchado y su violín sigue con él al lado.

 Video Homenaje a Máximo Damián hecho por Misky Taky
en el 2013.




[1] Novela póstuma de José María Arguedas, dedicada a Máximo Damián.
[2] Melodía compuesta por Máximo Damián que acompaño el entierro de José María Arguedas.
[3] Película estadounidense del género western, dirigida por Don Siegel, con Shirley MacLaine y Clint Eastwood en los papeles principales. La película fue rodada en los Estados Unidos en 1970, con la música del compositor italiano Ennio Morricone.
[6] En este enlace podemos ver algunos videos del maestro tocando su violín en su pueblo natal: http://ishuanos.blogspot.com/2008/09/don-mximo-damin-huaman-violinista-de.html

sábado, 7 de febrero de 2015

Cercana a mí (poema).

Tantas veces ajena, tantas veces vecina, 
siempre alegre, siempre fina, 
idas y vueltas siempre tu misma.

suerte o muerte, siempre fuerte,
hasta después de inerte,Nunca mía, 
nunca aún hoy en día.

Abrigos y abrazos foráneos,
discursos comunes, solo espontáneos,
migajas para mí, siempre el tercero.

Belleza y resplandor en tu derredor,
flaquezas y descampados, un yo desolador,
final previsto, tu "yo" matador.

Fisuras en tu edén perfecto,
correré a tu auxilio, yo arquitecto predilecto,
pacificando, retomando, solo moderando.


No me quejo, soy feliz,
aunque mi caminar sea de cangrejo,
aún después de viejo, lo pasado lo festejo.

Jamás amando, siempre aconsejando,
viviendo almas ajenas, soñando finales prístinos,
obsequios de otros, todos siempre etéreos, 
jamás amando, siempre solo comentando.[1] 





[1] Poema nacido a raíz del reencuentro con mi compañera y buena amiga de la secundaria. Poema extraído de una serie de anécdotas y recuerdos de un pasado, proyectados en un futuro irreal.