No siempre
fuí opaco,
Recuerdo
alegrías pasadas;
Risas de
cuando asomaban
Amores e
ilusiones,
Aquellos que
clamo,
No los encuentro
Pero los extraño.
Caminaba
distraído,
Atraído por
su dulzura,
Su erotismo
y sus mimos;
Amaba y
estaba inspirado.
Era mágica,
inocente,
Alma
diferente
De este mundo tunante.
Amanecía en
mi mente,
Atardecía en
mi recuerdo;
Donde iba me
seguía,
Un anuncio
en el periódico,
Una ventana,
una canción,
En todas
estaba ella,
Mi ilusión.
Un día llegó
la razón,
Su compañía
se esfumó,
Mi ilusión
decayó;
Terminó su
canción.
La pensé, la
imaginé,
No la hallé,
desesperé
-¡fallé!
Llamé, la
esperé
Nunca llegó,
desapareció;
Corrí a
nuestros lugares,
Solo para
dar en los bares;
Tirado en el
piso levanté la mirada,
La vi
acompañada,
Feliz, sentirse amada.
Volví, cerré
con llave,
Clausuré las
entradas.
Compré un
candado
De esos
antiguos, esos eternos,
Pedí que con
el cerraran por fuera
Así, aunque
quisiera
No volvería
entrar,
no la volvería amar.
gran poema, perfecta historia
ResponderBorrarGracias, al parecer es uno de los poemas que más ha gustado.
BorrarHermosos poemas escritos por hombres vividos a la realidad, que bueno Cristian.
ResponderBorrarMuchas gracias.
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