jueves, 14 de agosto de 2014

Candados eternos (poema).

Los suspiros son letales en las despedidas,
los anhelos esenciales en las bienvenidas.

No siempre fuí opaco,
Recuerdo alegrías pasadas;
Risas de cuando asomaban
Amores e ilusiones,
Aquellos que clamo,
No los encuentro
Pero los extraño.

Caminaba distraído,
Atraído por su dulzura,
Su erotismo y sus mimos;
Amaba y estaba inspirado.
Era mágica, inocente,
Alma diferente
De este mundo tunante.

Amanecía en mi mente,
Atardecía en mi recuerdo;
Donde iba me seguía,
Un anuncio en el periódico,
Una ventana, una canción,
En todas estaba ella,
Mi ilusión.

Un día llegó la razón,
Su compañía se esfumó,
Mi ilusión decayó;
Terminó su canción.
La pensé, la imaginé,
No la hallé, desesperé
-¡fallé!

Llamé, la esperé
Nunca llegó, desapareció;
Corrí a nuestros lugares,
Solo para dar en los bares;
Tirado en el piso levanté la mirada,
La vi acompañada,
Feliz, sentirse amada.

Volví, cerré con llave,
Clausuré las entradas.
Compré un candado
De esos antiguos, esos eternos,
Pedí que con el cerraran por fuera
Así, aunque quisiera
No volvería entrar, 
no la volvería amar.

4 comentarios: